Author: adminLuca

París: las ubicaciones de las películas más famosas

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Medianoche en París (2011)
Quizás el lugar más buscado es el Restaurant Polidor (41, rue Monsieur Le Prince, metro: Odéon), que no es una lavandería, sino realmente un restaurante y desde 1845 sirve comida francesa todos los días. Es el lugar donde Gil, el protagonista, persuade a Hemingway para que lea su novela. Parece que Papa frecuentaba mucho éste local acompañado por escritores como Paul Verlaine y James Joyce.

El Código Da Vinci (2010)
Después del éxito mundial del libro de Dan Brown, en la capital francesa se creó un movimiento masivo en búsqueda de las pistas relatadas en el libro y retomadas a la perfección por Tom Hanks (Robert Langdon) en la película de Ron Howard. La etapa más curiosa es la que se desarrolla dentro de la Iglesia de Saint-Sulpice (2 Rue Palatine, 75006 París), señalada como lugar de pasaje de la línea roja, primer meridiano del mundo.
La curiosidad alrededor de esta columna que lleva una línea de latón en el medio, fue tan grande que obligó a los regentes de la iglesia a exponer un anuncio en el cual se explica su real función científica-astronómica, y que las letras “P” y “S” en las ventanillas se refieren a Pietro y Sulpice, los santos patronos de la iglesia, y no al ficticio “Priorato de Sión”.

Amélie (2001) (Le Fabuleux Destin d’Amélie Poulain)
¿Es posible citar a París sin mencionar a la delicada Amélie Poulain? Su vida se desarrolla con simplicidad en Montmartre, entre el Café des Deux Moulins (15 Rue Lepic, esquina con rue Cauchois) donde trabaja, la tienda de fruta y verdura Au Marche de la Butte, donde el señor Collignon maltrata al pobre Lucien (56, Rue des Trois Frères) y la vida de barrio en Rue Lepic. Si quieren revivir la aventura de la búsqueda de Nino, la etapa fundamental es la estación de metro La Motte-Picquet-Grenelle, donde el amor anónimo de Amélie se declaraba en un póster que apuntaba “¿adónde y cuándo?”. Pero es en la Gare del Est donde se resuelve el misterio del hombre que dejaba sus foto carnet en el metro: la cabina de fotos se encuentra en un salón interno, llamado Salle des Pas Perdus.

Los soñadores (2003)
Controvertida y plena de citas, la película de Bertolucci utiliza a París como un cuarto protagonista, escenario vital y palpitante. Ambientada durante los movimientos estudiantiles de la primavera de 1968, la película trae a nuestros días lugares inalterados y maravillosos como La Cinémathèque Française, donde el joven americano Matthew (Michael Pitt) encuentra a sus nuevos amigos Théo (Louis Garrel) e Isabelle (Eva Green) y el Palais de Chaillot, obra del arquitecto Frank Gehry, que se ve en el fondo de las primeras escenas. Es memorable la escena en la que los protagonistas intentan batir el récord de carrera a través del Louvre en 17 segundos – con clara cita a la película Bande à part de 1964 –. Por supuesto la escena se hizo dentro del famoso museo parisino. También podrán ver donde vivían los personajes durante su intenso mes de convivencia: la entrada, que se reconoce fácilmente, se encuentra en Place de Rio de Janeiro.

París: descubriendo Batignolle

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El encanto histórico permanece, a pesar de sus villas históricas y sus calles peatonales, queda un lugar muy chic y muy discreto. Es un lugar con muchos quioscos y tiendas pequeñas, gastronomía tradicional y pequeños talleres y parques, sin embargo, es conocido como el barrio más “bobo” de París. ¿Qué quiere decir “bobo”? La palabra sale de la unión entre burgués y bohemio y lleva esa connotación altiva típica de la izquierda caviar. De todas maneras, es aquí donde se encuentran los lugares más estilosos e interesantes.

Inicien el recorrido por Parc Monceau, uno de los parques más elegantes de la ciudad: sus sauces llorones y los colores que se mezclan en el reflejo del agua les van a recordar a las pinturas de Monet. Este lugar inspiró muchas de sus obras.

Si deciden visitarlo un día sábado, pueden ir al mercado biológico de Batignolle (96 bis rue Lemercier 75017, París Métro 13 Brochant) para abastecerse de croissants, fruta fresca y exquisitas mermeladas biológicas perfectas para comer con una clásica baguette. Un “dèjeuner sur l’herbe” – desayuno sobrela hierba – es sin duda la mejor manera para disfrutar de un día de parque.

Un paseo muy lindo los llevará a descubrir rincones muy interesantes. Por ejemplo, hay una callecita muy especial: el Passage Geoffrey-Didelot, creado en 1843, es un camino pequeño muy coloreado, que preserva el aire de un pueblo de otros tiempos, y donde podrán descubrir como pintores del Atellier du Passage se entusiasmaron pintando las caras de los comerciantes y de los históricos residentes locales.

Cerca de aquí, justo saliendo del Pasaje, pueden mirar el célebre Hébertot, antes conocido como 

“Théâtre des Arts”, un lindo rincón de arte y cultura que sigue igual de activo que en 1830.

¿Les gusta ir de shopping? Apúntense las siguientes calles: Rue des Dames, Rue Legendre, Rue de Levis, Place du Docteur Félix Lobligeois y Place de Batignolles: tiendas súper hipsters se mezclan con restaurantes con gastronomías de todo el mundo y cafés informales.

Si quieren una comida de alto nivel, pero a precio razonable, prueben La Fabrique de Bouchons (17 Rue Brochant, 75017 París), un restaurante que surge desde una vieja fábrica de tapones. Cocina de temporada, creativa y, por supuesto, buenísima.

París: 5 cosas que hacer gratis

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¿Qué es lo que se puede hacer de manera gratuita en la capital francesa?

  1. Museos gratis el primer domingo de cada mes. Si tienen que organizar un viaje, háganlo incluyendo el primer fin de semana del mes, en lo posible entre octubre y marzo, así la promoción puede incluir también el Museo del Louvre – que normalmente cuesta 15 euros por persona -. Los demás museos que participan de esta iniciativa son el Centre Pompidou, el Museo Nacional Eugene Delacroix, el Musée D’Orsay, el Musée de L’Orangerie, el Museo Picasso y otros menos reconocidos. Además, si tienen menos de 26 años y presentan un documento de identidad válido, la entrada es siempre gratuita.
  2. Parques y… cementerios. Todos los parques citadinos son gratis y hermosos – vale la pena ir al Parc Monceau y a los Jardins du Luxembourg – dos joyas muy amadas por los parisinos. Pero, ¿por qué no hacer un tour entre los sepulcros más famosos? Aquí los cementerios tienen un valor histórico y suelen ser paradas de peregrinación. El más conocido es el de Père Lachaise, en el que los nombres más famosos son Jim Morrison (la encontrarán fácilmente: su tumba es la única cercada), Charles Boudelaire, Frédéric Chopin y Oscar Wilde. También le aconsejamos visitar el Cementerio de Montmartre.
  3. París desde las alturas. La fascinación de admirar a la ciudad desde un punto alto y privilegiado es una de las cosas imperdibles que se pueden hacer. ¿Cuáles son los mejores lugares? Indudablemente el cerro de Montmartre (un barrio evocador con una majestuosa iglesia que domina toda la Ville Lumiére), el barrio Belleville, donde pueden disfrutar de la vista desde la Tour Eiffel, y las plantas altas de los grandes almacenes Printemps.
  4. Descubrir la ciudad en bicicleta. El sistema de bicis compartidas, que se llama Velib, les trasladará por la ciudad a un precio muy bajo (alrededor de 8 euros al día) o… ¡gratis! Inscribirse para utilizar el servicio es un poco complicado – hay que hacerlo online y  seguir todos los pasos –, y el uso disponible es de media hora gratis. Lo que se puede hacer es devolver la bici antes de que pase media hora y luego… ¡coger otra! De todas maneras, es tan barato que la mayoría de la gente tampoco lo considera un problema.
  5. Unirse a un tour gratuito. Hay de todo tipo: nocturnos, en barrios históricos, dedicados al arte callejero o a los escenarios de películas. Lo único que tienen que hacer es buscar online “free tour Paris” y se enterarán de las multitudes de opciones disponibles. Descubrir la ciudad con una guía competente es una de las mejores maneras para enamorarse aún más de la ciudad de las mil luces.

París: los mejores macarons de la ciudad

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Pierre Hermé (tiene varios puntos de venta, el principal está en 18 rue Sainte-Croix-de-la-Bretonnerie). Hablar de estos dulces sin citar a Pierre Hermé es prácticamente una herejía. Heredero de un linaje de pasteleros de alto nivel, se cuenta que él fue quién llevó a los macarons al éxito mundial y por eso ganó el sobrenombre de “Picasso de la pastelería”. Los sabores son particulares, desde miso blanco y limón hasta lúcumo (un curioso fruto peruano) y jengibre glaseado. Los precios son de boutique pero merece la pena.

Ladurèe (tiene siete puntos de venta en todo París, el principal está en 14 rue de Castiglione). La receta se mantiene intacta desde mitad del siglo XX, pero los sabores siempre dejan estupefactos a los degustadores, sobretodo desde que su chef estrella Claire Heitzler se convirtió en directora creativa internacional y convirtió la temporalidad y la calidad de los ingredientes en el corazón de sus productos. Un hecho curioso es que Ladurèe tiene filiales en todo el mundo, pero todos sus macarons son producidos en Suiza. En cuanto salen del horno son congelados y después son acogidos y descongelados por el pastelero que los recibe. Sin embargo, los macarons franceses y parisinos no comparten el mismo proceso: estos son producidos en un laboratorio situado en los alrededores de la ciudad, es por eso que es mucho mejor probarlos mientras visiten la capital francesa.

Sadaharu Aoki (tiene varios puntos de venta, el principal es la boutique Port-Royal en 56 Boulevard de Port-Royal). Si los clásicos sabores afrutados y florales les aburren y prefieren un toque de oriente, este es sin duda el lugar más interesante. En su pastelería, el famoso chef es muy japonés: es decir, alterna los sabores más clásicos cocinados con obsesiva perfección con la creatividad absoluta de macarons al umeboshi (ciruela salada japonesa) o wasabi-horseradish (rábano picante). Pueden encontrar sus creaciones también en eventos de moda, para los cuáles es muy requerido.

Carette (4 Place du Trocadéro 75016). Bastante cerca de la Tour Eiffel podemos encontrar esta antigua pastelería que fue abierta en 1927 por Jean y Madeleine Carette. Lleva un estilo clásico y menos complejo que las demás. Los sabores son tradicionales, con algunas variaciones como la violeta, pero sin salir demasiado de los cánones. El servicio es informal y agradable y los precios son un poco más bajos de lo normal. Toda su carta dulce es muy sabrosa, pero la délice aux framboise – un gran macaron de vainilla relleno de créme brûlée, pistachos y frambuesas frescas – es absolutamente imperdible.

París: las mejores tiendas vintage

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Kilo Shop Marais (69-71 rue de la Verrerie, 75004).
300 gramos de jeans y medio kilo de camisetas floreadas. Llenen las bolsas, pesen todo y ya está, el precio depende del peso. Hay objetos, trajes y pantalones de todo tipo. Sólo hay que tener cuidado con las etiquetas, porque unas cosas tienen precios fijos y no están incluidas en la compra por peso.

Mam’zelle Swing (35 bis Rue du Roi de Sicile, 75004).
Paseando por Marais es imposible que pase desapercibida una pequeña tienda con un escaparate brillante con colores que recuerdan a los pintalabios de la década del ’20. Aquí pueden encontrar moda y ropa que va desde ese período rugiente hasta la década del ’60. Vestidos bon ton y accesorios chic. Una maravilla para los ojos – y un poco menos para la cartera – de los apasionados de este estilo.

L’Objet qui Parle (86 Rue des Martyrs, 75018).
¿Quién dijo que las compras vintage son únicamente de ropa? En esta tienda, situada entre las calles de la fascinante Montmartre, hay que tener tiempo y paciencia porqué es el clásico lugar en el cual pueden descubrir cosas preciosas entre una multitud de piezas deslucidas, baratijas y pequeñeces. Pero justo adentro de ese azucarero pavoroso, quizás se esconde un espejo raído en el que un día se reflejó una joven Brigitte Bardot.

Ragtime (23 Rue de l’Échaudé, 75006).
No se dejen engañar por la fachada descuidada del escaparate. Detrás de esa puerta, en St. Germain de Prés, hay un verdadero tesoro. La dueña de casa se llama Françoise Augeut y colecciona piezas de arte… en tejido. Aquí pueden encontrar desde piezas de alta moda o envolverse en un foulard de pura seda, dejándose mimar por la historia que lleva detrás. Un traje de Christian Dior no tiene el mismo precio que una camiseta de un mercadillo, pero sin duda será la pieza más memorable de sus armarios.

Mad Vintage (tiene varios puntos de venta, los mejores son los que se encuentran en 66 Rue Saint-Denis, y en 139 Rue Saint-Martin).
Aquí no encontrarán vestidos al ruedo. Si para ustedes ropa de época significa exponerse a los coloridos años ’80 y animarse con abrigos de piel sintética y shorts brillantes, en este enorme almacén pueden hallar lo que están buscando. Los precios son bajos, la mayoría de la ropa cuesta alrededor de 15 euros. Si no tienen problema en ponerse zapatillas de deporte de segunda mano, aquí encontrarán de la marca All Star con dibujos retro. Y tal vez las pueden combinarlas con un par de vaqueros ajustados, aunque hoy en día están tan de moda que parecen más modernos que vintage.

París: diferentes culturas en una única ciudad

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Si prefieren mudarse del frío norteño a un ambiente egipcio, en tan sólo seis paradas de metro se llega al Passage du Caire (2, place du Caire – 16, rue du caire – 239 rue Saint-Denis), el más antiguo pasaje cubierto de la ciudad. Hoy aloja tiendas poco interesantes, pero merece una parada para admirar la fachada orientada hacia Place du Caire, adornada con jeroglíficos y tres efigies de Hator, la diosa de la feminidad por excelencia.

Este lugar está lleno de misterios y curiosidades: aquí se encontraba el Convento de las Hijas de Dios y se dice que el suelo está hecho con las mismas lápidas de las monjas. Es curioso ver como un lugar consagrado después de unos años se convirtió en una “corte de milagros” donde los estafadores y los ladrones se daban cita para planear los días, y luego se encontraban en la noche con el botín.

Ya en el corazón de la capital, una parada romántica es sin dudas la Biblioteca Polaca (6 quai d’Orléans, 75004) sobre la isla Saint-Louis, la más pequeña de las islas naturales que se erige sobre el río Sena, el cuál aloja desde 1853 a la institución polaca más grande del extranjero. Creada en 1832 por inmigrantes que huyeron del país después de la ocupación rusa, hoy cuenta con más de 200.000 libros y obras, incluídos unos muy extraños. Dentro del palacio hay tres museos dedicados a los más famosos exponentes artísticos polacos: Adam Mickiewicz, poeta símbolo de la unidad nacional, Bolesław Biegas, pintor surrealista y simbolista y, por supuesto, Fryderyk Franciszek Chopin, también conocido con el nombre afrancesado de Frédéric François Chopin.

Si se desplazan al extremo oriente, uno de los lugares más deslumbrantes es el Cinema la Pagode (52, Rue de Babylone), desafortunadamente cerrado, pero se puede apreciar por afuera. A fines de 1800 Japón estaba muy de moda en la ciudad, y por eso el dueño del gran almacén le Bon Marché, decidió regalar a su mujer una auténtica pagoda japonesa. Fue memorable su inauguración, con la orquesta del Teatro de París. Sin embargo, ni el espectáculo ni la pagoda fueron suficientes para la mujer, dejó sólo a su marido y él al final decidió vender la pagoda. En un principio, la embajada china se mostró interesada por este edificio pero pronto se enteró de que en el interior los murales relataban las dominaciones japonesas frente a China… En 1931 el edificio se transformó en un maravilloso cine, con un hermoso salón de té en el jardín interior. Lamentablemente cerró en 2015.

Arte en Nueva York

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¡El arte está en todas partes! Simplemente no se puede ir a la Gran Manzana y perderse los museos más importantes: más allá de los clásicos que deben superar tu lista de “qué haceres”, hay dos lugares que son ineludibles: el Museo Nuevo (New Museum) y el Museo de la Imagen en Movimiento (Museum of the Moving Image).
 
New Museum (235 Bowery) sin duda deleitará a todos los amantes del arte contemporáneo y los entusiastas de la arquitectura: el edificio parece un montón de cajas desordenada, apiladas una encima de la otra en precario equilibrio.
 
Museum of the Moving Image (6-01 35th Ave, Queensestá situado en el lado este del río Hudson, en Astoria, y está completamente dedicado al video, el cine y la animación. Es interactivo, interesante y totalmente cautivador.
 
En Nueva York también hay un museo perfecto para aquellos que no son tan devotos del arte. El Mmuseumm, situado en Tribeca (4 Cortlandt Alley), tiene sólo 3 metros cuadrados de ancho (sí, no es un error tipográfico) y sólo puede ser accedido por 3 personas a la vez. Está construido en un ascensor industrial, y siempre encontrará instalaciones de arte extrañas y piezas excéntricas.
 
Y si lo que quieres es descubrir el arte de la ciudad sin salir de tu sofá, puedes hacerlo con las extraordinarias y precisas ilustraciones del artista italiano Emiliano Ponzi, que ha sido uno de los principales narradores de Nueva York para algunos periódicos internacionales de renombre. Él ha captado su alma y la ha traducido en cuadros brillantes.

Williamsburg: el renacimiento de un barrio hipster y cool.

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¿Fanáticos de la música indie? El Rough Trade NYC  (en el 64 de N 9th St, Brooklyn) ofrece una maravillosa selección de CDs, LPs, libros y aparatos en un ambiente industrial con un encanto único. Tiene un pequeño bar en el interior y una zona de conciertos. En el primer piso tienen una sección de libros que hará que te enamores aún más de este lugar, porque visto desde arriba es aún más fascinante.

¿Quieres vivir una experiencia como un hipster auténtico? Regálate un momento de relax en Stepping Razor La barbería (952 Flushing Ave), que desde 2010 se presenta como “el barbero tradicional para caballeros y hombres fuera de la ley”, mientras que las mujeres podéis visitar la tienda Mother Of Junk (o simplemente “Junk”, 567 Driggs Avenue, Brooklyn), un auténtico paraíso de ropa barata y vintage.

Y si lo que necesitas es un momento de dulzura, olvídate de los donuts de cadenas industriales, y sumérgete en las maravillas de las tiendecitas de Williamsburg que saben perfectamente cómo ofrecerte lo mejor. La tienda Moe’s Donuts Shop (126 Nassau Ave, Brooklyn) vende donuts de Cannoli (con queso ricotta) con arce – el famoso sirope de arce – y bacon (parecen extraños, pero son deliciosos) o el clásico bizcocho Red Velvet. La conocida tienda Peter Pan Donut & Pastry (en el 727 de Manhattan Ave Brooklyn) es conocida por sus donuts Red Velvet y el sándwich de donut con helado. ¡Esto es sólo para aquellos que se hayan animado a visitar todo el barrio y que realmente necesitan una dulce recarga de energía!

¡Es la hora del brunch en Nueva York!

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¿Cómo te gusta? ¿Con un toque oriental, clásico o elegante?

Es mejor que seas un amante de los huevos, ya que el plato más clásico del brunch de Nueva York son los huevos Benedict.

La versión tradicional incluye un muffin inglés cortado por la mitad y cubierto con bacon, huevos escalfados y salsa holandesa.

También existe la “versión florentina” con espinacas en lugar de tocino.

Al parecer, esta receta fue inventada en el Waldorf Astoria por un cliente que estaba tratando de hacer superar una gran resaca.

Ahora no sólo sabes qué pedir, sino que también tienes una buena historia para compartir sobre uno de los lugares con los brunch más deliciosos que hemos elegido para ti.

  • Brasserie 8 1/2 (en Solow Building, 9 West 57th St): los sábados por la mañana este lugar es puro vintage, tal vez sea por sus mimosas (te sirven tantas como quieras), o por las mini pastitas o por su elegante buffet en una ubicación encantadora.
  • Café Mogador (en el East Village, 101 St. Marks Place): de estilo parisino, esta cafetería ofrece un almuerzo picante y varios tipos de huevos Benedict, además del interesante menú aroma con cardamomo.
  • Campos Comedor (en el 197 de Meserole Street): ofrece un montón de opciones vegetarianas y tipos de comida clásica americana, incluyendo estilosas hamburguesas con queso y panqueques. Aquí encontrarás un montón de sabrosas ideas: como el batido de pastel de arándanos (helado, pastel, arándanos y crema batida) que es delicioso y vale la pena, aunque no sea la opción más liviana del menú.

Si todo lo que deseas es una tostada con aguacate para despertar tus sentidos, hacemos una mención especial a Banter (en el 169 de Sullivan Street), con su queso de cabra, tomate y semillas de calabaza tostadas y a Dudley‘s  (en el 85 de Orchard Street),  con su tostada cubierta por unos huevos escalfados.

Arquitectura y futuro: los míticos edificios de Manhattan.

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El Bank of America Tower, terminado en 2009 en Bryant Park, ya es parte del horizonte “histórico” de la ciudad: vidrio y acero para un edificio construido siguiendo los principios de la bio-arquitectura (el máximo aprovechamiento de la luz natural y una cafetería en el jardín interior), que hoy decora una parte de Midtown no muy lejos del famoso Empire State Building.

Un prisma se convierte en un palacio con una estructura única: el edificio Hearst (en el 300 de West 57th Street, cerca del Columbus Circle), diseñado por Norman Foster da voz a la locura y a la historia de Nueva York. En realidad, se trata de un edificio sobre otro edificio. La estructura de la base se completó en 1928, pero el proyecto se detuvo por la crisis del ’29 por lo que solo quedó un impresionante edificio bajo, que hoy es la base de un curioso desafío arquitectónico que se acabó de construir en el año 2006.

Entre las estructuras futuristas, se destaca también la obra de Santiago Calatrava. En 2016 – después de 12 años y 4 billones de dólares – fue inaugurado el World Trade Center Transportation Hub, conocido como Oculus.

Construido sobre las ruinas de un centro comercial destruido por los ataques del 11 de septiembre, se ha convertido en el tercer centro de transporte de la ciudad, el principal de Manhattan. Dos enormes alas de acero pintadas de blanco, de unos 50 metros, se elevan hacia el cielo coronadas por una cúpula de cristal que ilumina el suelo de mármol blanco.

Conecta 11 líneas de metro, trenes y la terminal de ferry de Hudson, además de ser el punto de acceso principal para alcanzar el World Trade Center, 9/11 Memorial y Brookfield Place.